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Lavar la lana: una cuestión delicada.

Lavar la lana me da miedo…¡Es que se estropea con tanta facilidad…!

Hace unos días vino a la tienda una clienta muy disgustada porque, al lavar la manta que había hecho con lana que había comprado aquí, se había deformado. El disgusto era de lo más comprensible, teniendo en cuenta no sólo el coste de los ovillos, sino también el tiempo invertido en tejer la prenda.

Nos aseguró que la había lavado con mucho mimo, con el programa de lana de la lavadora y no me cabe la menor duda de que así fue; lo último que quieres que le pase a algo que has hecho con tanto cariño es que se te estropee en la primera lavada…

¿Por qué le ocurrió eso entonces?

Realmente no sé cómo lavó la manta, pero puedo imaginarme lo que pudo ocurrir, a pesar de hacerlo con cuidado.

Conociendo la lana.

¿No es verdad que cuanto mejor conoces algo, es más fácil tratarlo?

La lana es un tejido natural, cuyo compuesto principal es la queratina, lo que la hace muy flexible. Tiene unas escamas microscópicas que hacen que sea mal conductor de las temperaturas, lo que la convierte en un tejido único tanto para el frío, como para el calor.

Estas dos características son las responsables de los accidentes más comunes en las prendas confeccionadas con lana, los tan temidos encogimientos y apelmazados.

Las fibras de lana pasan por un proceso de estirado, cardado e hilado, lo que las hace susceptibles de encoger para volver a su tamaño original cuando no las tratamos bien. Y las microescamas, soportan mal los cambios de temperatura y la acción mecánica, se cierran y erizan cuando se frota la prenda o el agua del lavado pasa de fría a caliente y viceversa. Tampoco soportan bien el agua caliente ni los álcalis. Así se apelmazan, ¿te suena el encrespamiento del cabello…?

Y seguro que has adivinado que, al ser tan elástica, se puede deformar con facilidad. Ya hemos llegado al problema de nuestra protagonista.

¿Cómo lavar, entonces, mis prendas de lana?


Para lavar la lana, ahora toca arremangarse…

El mejor método para evitar problemas es, sin duda, el lavado a mano con un jabón neutro, porque tienes todo el control en el proceso. La clave para que no se apelmace cualquier prenda de lana es que no cambie la temperatura del agua con el que la estamos tratando, el agua debe ser fría o tibia y nunca ¡Jamás! pasar de los 30°. Tampoco se debe dejar en remojo ni frotar. Se introduce en el agua y se mueve suavemente en el baño.

Hay que aclararla muy bien para que no queden restos de jabón.

Y llega otra cuestión interesante: Cómo escurrirla.

Sabemos que la fricción le sienta muy mal… por lo tanto, no hay que retorcerla. Lo mejor es envolverla en una toalla para recoger el excedente de agua y secarla extendida sobre una superficie plana. Así evitamos que se deforme por el peso. Y aquí es donde supongo que viene el pequeño problema de la manta, en la máquina no controlamos cómo se centrifuga nuestra prenda…

Pero… ¡Que no cunda el pánico!

Voy a explicar cómo lavar una prenda de lana en la lavadora para tener los menos disgustos posibles.

Lo primero que hay que hacer es asegurarse de que el programa de lavado va a tener siempre los mismos grados.

Si nuestra máquina tiene la temperatura separada del programa, hay que procurar que se lave en frío, así evitaremos que el aclarado, que por lo general se hace con agua fría, cambie la temperatura que ha adquirido la prenda con el lavado.

Si la prenda es grande, como en el caso que nos ocupa, corremos el riesgo de deformación durante el centrifugado. La lavadora no sabe lo delicado que es lo que le ponemos en el tambor. Nosotros tenemos que cuidar el proceso.

Ovillo de lana
Lavar la lana no tiene que dar miedo.

Te propongo dos opciones.

Recomendaría lavarla sin centrifugar y, como primera opción, sacar la prenda y hacer el proceso de envolverla en una toalla para escurrirla y secarla en horizontal.

Pero también podríamos volver a introducirla en la máquina, con la toalla, procurando que quede lo más estirada posible a lo largo del tambor y darle un centrifugado suave para evitar la fricción. La toalla evitaría que cambie de posición durante el proceso, consiguiendo que no se deforme.

¿Y has visto que hay lanas lavables a máquina…?

¡Pues sí! Ahora hay lanas llamadas superwash que facilitan el lavado porque han sido tratadas y procesadas de forma que puedan ser lavables a máquina, eliminando las escamas de la fibra través de un baño de ácido o recubriendo la fibra con un polímero, lo que ayuda a evitar el apelmazado. Lo que no evitan es la posible deformación de la prenda.

Otra cuestión importante es cuando el hilo es una mezcla de fibras. También facilita el lavado, pero, si tiene lana, hay que tenerlo en cuenta.

Cuando se lava cualquier prenda, es recomendable hacerlo según sea la fibra más delicada.

Para terminar este es mi consejo:

Sea como sea la lana que tengas, trátala cuidando la temperatura y el escurrido, así reducirás cualquier riesgo de accidente.

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